martes, 27 de agosto de 2013

Memorias infantiles


Te recuerdo dando saltos por la playa, pidiéndome la mano para acompañarte despacio hacia el agua. Primero los dedos delicados hundiéndose en la arena mojada, luego tus pequeñas piernas y dos minutos más tarde y tan sólo se desdibujaba tu nariz por encima. Tus ojos almendrados sonriendo. Pidiendo que no me soltara. Y entraba poco a poco para complacerte, y porque el agua de mar es lo mejor del mundo para curar todas las heridas; hacia frío pero nos reíamos y jugábamos como dos personillas pequeñas. Como dos jóvenes que han aprendido a quererse en algún momento que ya no recordamos. Me subo a tus rodillas y dices que soy liviana como el aire, que quieres llevarme más adentro. Yo quería hacer piruetas debajo del agua y enviarte besos, hacerte cosquillas submarinas, ver peces navegando entre tus piernas. Hacer el muerto encima del agua, que sensación tan placentera. Cerrar los ojos y dejarse llevar, pensar que en ese instante ya no existe nadie más, que somos tú y yo unidos por una extraña vibración de olas, casi rozarnos, por una corriente marina. Que te aproxima y te aleja a la vez. Creíamos ver pasar la vida rápido, un intenso instante que se convertía en un todo.
Al salir siempre hacía frío, y nos acurrucábamos buscando cobijo encima de la toalla, siempre tan bien puesta y preparada. El sol nos saludaba y le dábamos las gracias por quedarse todo el día con nosotros. 
Ese verano así, sencillo e inocente es el mejor recuerdo de los dos. 

martes, 6 de agosto de 2013

Un amor así. Salvajemente bello.

-¿En qué piensas?-preguntó Pol. 
-¿Te lo cuento? Verás, -dijo Ada.  Me ha dado por imaginarme diferentes maneras de dejarte. De dejarte algún día. No ahora, pero para estar preparada supongo. No me preguntes porque, porque porqués hay muchos y ninguno. Y no es que lo imagine cuando cierro los ojos, lo imagino despierta también. Un motivo puede ser que últimamente aquella gente que creías que duraría siempre lo han dejado. Me pregunto que motivo tenían ellos para dejarlo, pero ya no importa. Se les acabó el amor-dicen. ¿Cómo sabes cuando se acaba? Ante tal gran pregunta yo quiero estar preparada. Algunos días me da por pensar que soy dramática y que tal vez ésta sea la clave para que tú te acabes cansado de mi. Antes de que eso ocurra, yo debo tener un contraataque. Ahí está. También puede ser mi estado de ánimo (lamentable) los últimos meses. Quizás no eres lo que busco y lo que querías. O lo que he querido y buscabas. Otros días, pienso en los hijos que tal vez pudiésemos llegar a tener, que pasaría si un día lo dejáramos? Yo nunca he querido tener diferentes hijos con diferentes parejas. Eso no me va. Otras me acuerdo de los días que discuto, porque yo suele ser la que empieza. Quizás tenga ganas de practicar contigo por el futuro. Quizás si ahora sé cuál es tu estilo, tu estilo de discutir, sepa cómo influirte en las decisiones. O sepa cuando tengo que retirarme a tiempo. Como si lo nuestro fuera una prueba. Llámame loca, si quieres. 
Y que pasa, cuando te defraudan? ¿Cuando defraudas? Yo tengo la extraña ventaja/desventaja que todo se me queda grabado en la memoria del corazón. Puedo acordarme de muchas muchas cosas y soltarlas en medio de una explosión de palabras, en una explosión despiadada por hacerme con el control de todo.  A veces, es una mierda, lo sé. A veces, lloro sobre ello, lloro porque me gustaría cambiarme.

También estoy mejorando el arte de despedirme. Una forma de dejarte sin duda alguna, sería irme. Despedirme de ti. Sería lo mejor. Nadie quiere renunciar a lo suyo. Sería un error pedirlo. Así que estoy en ello. Oh sí! necesito mejorar seriamente. ¿Quién puede soportar un año apartada de alguien con el que respira al lado? Yo no. Ahora nunca se sabe cuál es el momento de la retirada. De hacer las maletas y deshacer tu entorno. Así que quizás esto sea bueno. Me refiero al hecho de practicar. La gente practica deportes, practica costumbres, metas...y yo practico maneras de dejarlo. No a ti. Si no a Todo. Y no te incluyo, sólo que vienes con el paquete (por desgracia).

(A Pol no le hizo ninguna gracia que Ada se preocupara por éstas cosas).