Me llaman octubre, dice la canción. Y yo la escuchaba un montón de veces, por que quería hablar de él. Pero nunca encontraba las palabras, puede porque no sentía la canción, porque no había él.
Y ahora no quiero olvidar, quiero convertir los días en febrero y escuchar todas esas canciones que hablan sobre todos los meses del año y compartirlos contigo. Tachar los días del calendario y ponerle anotaciones a mi agenda. Quiero que te enfades un poco cuando te digo lo guapo que es mi profesor y que nos inventemos un lugar donde poder ir a gritar. Que me lleves por toda esa geografía de caminos que no conozco y que la noche nos acompañe y que me des besos y la luna se refleje en nuestra cara y que cerremos los ojos.
Quizá tendríamos que escribir nuestras iniciales en un árbol y que volviésemos dentro de unos años juntos o separados y nos acordáramos de todo lo que viviremos. Tendríamos que hacernos fotos sonriendo y mirándonos a través del cristal de las gafas de sol y escribirnos historias, mentiras, verdades y jugar a adivinar lo que de verdad nos pasa, a adivinar las cosas que nos gustan y nos gustarán. Y meterlo todo en una botella de vidrio verde y lanzarlo al mar y esperar que alguien lo encuentre y se sienta feliz. O ponerlo en un baúl y enterrarlo en un bosque, en un punto que sepamos encontrar. Dibujar un mapa, por si acaso. Con un punto rojo en el que pueda leerse "tesoro".
Y grabar un cd con canciones indies. Y bailar sin pista de baile y acariciarme despacio. Asistir a conciertos y no esperar nada...más. Sólo tú (y yo).